Storni y los intereses argentinos en el mar

Mg. Natalia Peritore (*)

Desde la entrada en vigencia de la ley 25.860 a comienzos de 2004, cada 16 de julio se conmemora el día de los intereses argentinos en el mar, en homenaje al nacimiento del Vicealmirante Segundo Storni. Profuso pensador geopolítico de una vasta trayectoria en la Marina de Guerra argentina, estudió el mar como fuente de riqueza, como vía de comunicación y transporte y como factor de poder del Estado. A partir de sus trabajos y alocuciones, sentó las bases de los intereses argentinos en el mar. Publicaciones como Trabajos hidrográficos y límite argentino en el Canal de Beagle (1905), Proyecto de régimen de mar territorial (1911) y El mar territorial (1926) dan cuenta de ello.

Si bien las obras mencionadas han cimentado la investigación y la discusión sobre la soberanía marítima argentina, la cristalización de su aporte se ha dado en torno a dos exposiciones dadas en el Instituto Popular de Conferencias, en junio de 1916, publicadas por el diario La Prensa. La primera exposición se denominó Razón de ser de los intereses marítimos argentinos, factores que facilitan u obstaculizan el desarrollo del poder naval de la Nación. La segunda se denominó Política naval argentina, problemas de la defensa nacional por el lado del mar.

Al considerar sus aportes es importante tener presente el contexto temporal de su formación y desarrollo profesional, así como cuáles han sido sus influencias intelectuales más destacadas. Segundo Rosa Storni nació en el año 1876, ingresó a la Escuela Naval Militar a los dieciocho años de edad y egresó en 1897. Fue un férreo seguidor de Alfred Thayer Mahan, considerado el forjador del pensamiento naval moderno de Estados Unidos, para quien la construcción de una gran flota mercante y de guerra constituiría la base indiscutible del poderío de las naciones.

The influence of sea power upon history 1660-1783 fue publicado en 1890. En esta obra Mahan enumera una serie de factores que hacen al poder marítimo, que luego serán tomados por Storni, a saber: geográficos (posición, extensión, configuración del territorio, producciones y población) y morales (carácter, aptitudes, costumbres y modalidades de los pueblos y de los gobiernos). Cabe mencionar que Storni no se plegó a la idea del expansionismo a partir del dominio de los mares, sino que se sirvió de los elementos mencionados y de la tesis del poder naval como base de la defensa nacional y del desarrollo y la protección del comercio. De hecho, en el primero de los dos discursos mencionados anteriormente, manifestó que “los problemas defensivos, tanto terrestres como navales, se presentan sobre los mismos caminos por donde marchan los intereses económicos”.

Asimismo, Friedrich Ratzel, exponente de la antropogeografía, modeló las ideas de Storni en torno al concepto de “hidrotropismo”1 y a la influencia del mar en el comportamiento y carácter de los pueblos. El horizonte ilimitado del mar impulsa y contribuye a la perseverancia, en detrimento del efecto producido por la tierra firme, hecho que impacta, no sólo en la visión de los comerciantes, sino también, de los hombres de Estado. Evidentemente, esa influencia del mar marca una suerte de superioridad por sobre los hombres arraigados a la tierra, a lo seguro, a aquello que no exige del capital y del riesgo que sí requieren las empresas industriales o comerciales vinculadas al mar2. Dicho esto, es claro que las obras de Ratzel, publicadas hacia fines del siglo XIX, estuvieron marcadas por el positivismo y el darwinismo social. Ergo, también los postulados de Storni3.

Si hay un concepto que sintetiza el pensamiento de Storni respecto a la situación geográfica argentina, es el de insularidad. A partir de proyecciones de Beythien, refiere a dos hemisferios, a saber: el hemisferio continental y el hemisferio oceánico. El mapa que ilustra el hemisferio oceánico muestra la situación de insularidad de la República Argentina como “cuña hacia el Polo Sur”.

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Distintos pasajes de su alocución describen su mirada. Así, por ejemplo, se preguntó: “¿qué tenemos a nuestro alrededor?”, a lo cual respondió: “el mar, o países con los cuales nos conviene hermanar esfuerzos, pero de los cuales poco podremos recibir. Así, señores, puede afirmarse que la Argentina lo espera todo por la vía marítima”. Estas palabras dan cuenta de su visión de nuestro país como “primer centro de abastecimiento del mundo”. Entendía que las producciones argentinas de primera necesidad serían cada vez más requeridas por el hemisferio continental en crecimiento.

Es dable mencionar que, al momento de dar su ponencia, el 90% del comercio argentino era de ultramar, 9% de cabotaje fluvial y 1% terrestre. Esto explica su preocupación en torno a las políticas que los sucesivos gobiernos argentinos debían llevar a cabo para potenciar el comercio marítimo, tanto hacia el Atlántico como hacia el Pacífico, quedando el intercambio con países limítrofes por vía terrestre en un lugar inferior.

Toda esta hermosa región del planeta, tiene como principal y casi forzosa comunicación con el mundo, la vía marítima. Por esa vía entran todos los beneficios y por ella asoman todos los peligros”, dijo. Esta frase nos habla de oportunidades y amenazas. Para Storni, era perentorio desarrollar un poder naval acorde a esta suerte de “destino” de la República Argentina. La base de dicho poder estaría constituida por: producciones (exportaciones y elementos indispensables para la construcción, el sostenimiento y el progreso de un abundante material naval), transportes propios (desarrollo de industrias mecánicas y constructoras) y mercados (hábil acción exterior). La potencia naval militar sería el seguro de toda esa fuente de riqueza contra el riesgo de la guerra.

Storni entendía que la protección de nuestro comercio marítimo podría asegurarse a partir de la solidaridad y el mutuo apoyo de las naciones de América, a partir de la común concurrencia de recursos y posiciones y en el marco del respeto de la soberanía y la legítima salvaguardia. De hecho, abogaba por la “amistad firme y mutua inteligencia” con Brasil, Uruguay, Chile y Perú, de manera de poder asegurar los caminos tanto hacia el Atlántico como hacia el Pacífico.

Resulta pertinente considerar el énfasis que Storni hacía sobre la necesidad de contar con una flota mercante nacional. De hecho, sostenía que los grandes gastos en el sistema portuario de ultramar y la profundización de los canales constituían una inversión, pero en beneficio de compañías extranjeras. Por ello bregaba por una marina mercante que, al menos, supusiera un “equilibrio de banderas”. Estaba convencido que no tener marina mercante propia implicaba un beneficio para las naciones que dominaban el mar: “sería interesante calcular hasta qué punto este país es explotado por los de afuera y hasta qué punto es beneficiado por nosotros”. Storni no veía solamente los beneficios del intercambio comercial, sino también, de las industrias mecánicas y constructivas más adelantadas, lo cual redundaría en un beneficio para el desarrollo industrial del país, siempre atento a la disposición de la materia prima necesaria para ello en el territorio nacional.

La política naval es, ante todo, una acción de gobierno; pero es indispensable, para que tenga nervio y continuidad, que sus objetivos arraiguen en la nación entera, que sean una idea clara, un convencimiento en las clases dirigentes, y una aspiración constante de todo el pueblo argentino”. Es claro que, para Storni, el nacimiento y desarrollo de la conciencia marítima contribuiría al progreso y bienestar de la nación: “es necesario llevar a todo el interior de la República este convencimiento: que cuando se construye un puerto, se profundiza un canal, se adquiere un barco o se instruye un piloto, se sirven tanto los intereses litorales como los intereses del que planta cañas en la zona subtropical o esquila ovejas al pie de la cordillera”.

Según Storni, el mar sería “el vehículo y el sostén” de la “fortuna” y “gloria” de la República Argentina. Sin dudas, de acuerdo a lo expuesto hasta aquí, el autor abogaba por la prosperidad del país como productor de alimentos para el mundo. ¿Qué rol cumpliría el mar? Fuente de recursos proteicos, multiplicador de la economía y vía de comunicación con los mercados. Para ello, era indispensable la creación de una marina mercante nacional, así como una marina de guerra que pudiera garantizar el flujo comercial a través de las rutas marítimas. Tal como mencionara líneas más arriba, el desarrollo de una industria de construcción naval, la exploración y explotación de los recursos naturales del medio en cuestión y una política exterior acorde a los intereses de la Nación eran piezas indispensables del poder naval que proyectaba.

Ahora bien, resulta necesario enumerar brevemente cuáles han sido las críticas conferidas por el General Juan Enrique Guglialmelli al pensamiento de Storni. En primer lugar, se ubica el carácter insular de la Argentina. Al calificarla de tal manera, la separa del territorio continental al cual está unida por lazos geográficos, históricos y económicos, es decir, por un mismo destino. Países limítrofes, tales como Chile, Uruguay y Brasil, sólo importan en función de las rutas marítimas y el apoyo mutuo. Asimismo, Storni divide al territorio nacional en sectores o hinterlands de sus puertos, relegando las comunicaciones terrestres a dicha perspectiva.

Oponiéndose a la idea de insularidad, Guglialmelli afirma que la República Argentina tiene un carácter peninsular. Éste incluye tanto su condición marítima como su rol continental. No reniega de la idea de “cuña” entre dos grandes océanos, al contrario, lo asume y agrega que el extremo austral incluye los sectores insular y antártico, los cuales merecen especial atención para su necesaria y adecuada vertebración con el territorio continental.

En segundo lugar, Guglialmelli critica la subestimación del mercado interno. La propuesta de Storni no hace más que enfatizar sobre la necesidad de forjar una buena comunicación con los países vecinos con la vista puesta en los puertos. Esto es, en lugar de apostar por la vertebración continental de la Argentina sobre la base de una estructura productiva integrada en lo sectorial y espacial y la consecuente expansión del mercado interno con manufacturas de alto valor agregado, Storni piensa en los países vecinos como zonas de tránsito. Guglialmelli aboga por el desarrollo y la consolidación de una estructura económica integrada, independiente y autosostenida, la cual podría satisfacer las necesidades del poder naval.

Finalmente, y muy vinculado al punto anterior, Guglialmelli critica la omisión de la estructura económica dependiente del país. Anteriormente hacía referencia a la necesidad de ubicar el pensamiento de Storni en su contexto temporal. Ciertamente, tiene por base económica el proyecto de la Generación del Ochenta, es decir, la producción agropecuaria de la denominada “pampa húmeda” de acuerdo a la lógica de la división internacional del trabajo. Esta estructura asimétrica, basada en la exportación de materia prima y la importación de productos manufacturados y combustibles, no hizo más que generar una matriz dependiente de la cual Buenos Aires monopolizó buena parte de dividendos como centro de intermediación. Según detalla Guglialmelli, Storni soslayó problemas de la estructura productiva, a saber: falta de abastecimiento energético, olvido de la minería, omisión de los sectores básicos e industrias pesadas, inadecuada orientación de los medios de transportes, falta de desarrollo regional, deformado asentamiento demográfico, entre otros.

Más allá de las oportunas y acertadas críticas descritas, el aporte del Vicealmirante Storni a la geopolítica argentina no ha sido para nada desdeñable. Ha resaltado y puesto en consideración la importancia de los intereses marítimos argentinos. ¿Por qué es necesario hacer referencia a su aporte en la actualidad? Ciertamente, se han sucedido cambios a nivel nacional, regional e internacional, pero el territorio como elemento constitutivo del Estado y la soberanía como su atributo por excelencia (aunque es discutible si en términos absolutos), continúan vigentes. Siguiendo la línea de Celestino del Arenal, en la época en la que Storni daba sus conferencias asistíamos al fin del proceso de mundialización. Desde la década del setenta del siglo XX, sin embargo, nos encontramos inmersos en la globalización, fenómeno multidimensional que da cuenta de la existencia de actores de naturaleza no estatal, así como de la desterritorialización y la reterritorialización de los espacios de poder. Esto, junto a otros factores, ha puesto en entredicho el real y efectivo ejercicio de la soberanía por parte de los Estados4.

La adhesión a regímenes internacionales también supone una sujeción a las normas que los Estados acogen voluntariamente. En tal sentido, la codificación del Derecho del Mar ha sido ventajosa en términos de protección, conservación y aprovechamiento de los medios marinos, actualización del ordenamiento jurídico, creación de organismos internacionales, cooperación internacional, entre otros. También es cierto, como expone Molina Pico en una interesante semblanza de Storni, que a lo largo de estos años se han creado diversos organismos internacionales sobre la materia, así como reglamentaciones (muchas de ellas de carácter obligatorio) derivadas de los intereses de algunos Estados, tales como normas de seguridad portuarias impuestas por la Organización Marítima Internacional luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Sumado a ello, tales reglamentaciones son, en ocasiones, de difícil implementación.

Asimismo, la propuesta de Storni en torno al desarrollo de una marina mercante nacional y de la industria asociada a ella tuvo un momento de auge en la República Argentina. Pero cierto es que, más allá de las perspectivas de crecimiento del comercio marítimo entre los años 2019 y 2024 mencionadas por la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo en su Informe sobre Transporte Marítimo 20195 (pre covid-19), cinco o seis grandes navieras concentran el comercio y las rutas a nivel internacional6. Tales empresas fomentan una feroz competencia con la construcción de “mega” buques, a partir de los cuales se busca generar economías de escala, y presionan sobre la automatización de los puertos. La globalización y sus efectos nuevamente aparecen en escena, aunque cierto es que la marina mercante no se agota en el espacio de ultramar ya que también incluye la línea de cabotaje, la cual podría ser explotada.

Tomando las ideas planteadas por Storni sobre los hinterlands, sería preciso pensar en forma integral, es decir, no sólo mirando al Atlántico, sino también al Pacífico y a las conexiones con los países vecinos. Así, por ejemplo, se presenta el caso del proyecto de la zona ATACALAR, compuesta, inicialmente, por Atacama en Chile y Catamarca y La Rioja en Argentina (se han sumado luego Córdoba, Santiago del Estero, Santa Fe, Entre Ríos, Tucumán y Salta). Se trata de un proyecto de corredor biooceánico ferroviario y carretero para disminuir el costo del transporte de la producción exportable argentina a países asiáticos y a la costa oeste de Estados Unidos y Canadá por medio de tres puertos chilenos (además de un cuarto proyectado).

Este ejemplo da cuenta de la necesidad de una mirada integral y comprehensiva de las oportunidades y amenazas que enfrentamos. La Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional establece que “la Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional”. A renglón seguido, afirma que la recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía constituyen un objetivo nacional permanente e irrenunciable. Objetivo que, ciertamente, confiere un gran desafío y que se circunscribe en el gran espacio marítimo referido por Storni.

De acuerdo a un artículo publicado recientemente en el diario Clarín7, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ha informado que la acuicultura constituye el sector alimentario de más rápido crecimiento en el mundo con un incremento de más del 15% anual en los últimos 10 años con Asia (y especialmente China) a la cabeza. Y, dato no menor, que el Atlántico Sur es la gran reserva ictícola del mundo. Asimismo, en un interesante artículo de Cesar Augusto Lerena8, se explica y desarrolla de forma clara y enfática la pesca ilegal que lleva a cabo el Reino Unido de Gran Bretaña en Malvinas9 otorgando licencias de pesca en abierta violación a leyes nacionales e internacionales y atentando, en consecuencia, contra el ecosistema y el desarrollo argentino. Lamentablemente, esta depredación no se agota en el accionar británico.

Sin lugar a dudas, el legado de Storni nos permite pensar en la Argentina de hoy y proyectarnos a futuro. Su mirada hacia el mar nos sirve de base para reflexionar, planear y planificar considerando el variado abanico de desafíos, oportunidades y amenazas que enfrenta el Estado argentino en el espacio marítimo, abanico que, ciertamente, no he agotado en este artículo. Tenemos intereses en el mar en un contexto diferente del existente en la época en la que Storni se formó y se desempeñó profesionalmente. Cierto es que tuvo una gran influencia de pensadores foráneos y que adoptó las ventajas que, evidentemente, él veía en aquella división internacional del trabajo. No obstante, podría servirnos de base para la elaboración de teorías propias y conducentes al desarrollo argentino considerando diversas dimensiones con nombre propio, pero interdependientes (economía, educación, seguridad, defensa, ambiente, etc.).

No es menor destacar y considerar las atinadas críticas conferidas por Guglialmelli al aporte de Storni. Claramente, pensarnos desde la insularidad no tendría asidero y sería un “error de cálculo”. Que las ideas geopolíticas se conviertan en hechos geopolíticos será posible si definimos cuáles son nuestros intereses y, en consecuencia, establecemos cuáles son los medios idóneos para su defensa sobre la base de claros objetivos estratégicos. Es perentoria una mirada a largo plazo, un proyecto de Nación sostenible, pensándonos en un mundo que se mueve rápidamente y sobre el que es necesario actuar, no reaccionar.

De nuestro patrimonio no podemos quejarnos; elementos, riqueza material, sobreabundan; falta saber si somos dignos de mantener ese suelo, de cultivarlo y explotarlo en forma intensiva e inteligente, de hacerla rendir su máximo beneficio en bien nuestro y en bien de la humanidad, y de defenderlo de las posibles irrupciones extranjeras, para constituir en él un organismo fuerte y netamente argentino”. (Palabras del Vicealmirante Storni, 8 de junio de 1916)


(*) Natalia Peritore es docente, Licenciada en Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UCALP), Especialista en Análisis de Inteligencia Estratégica (Instituto Universitario Aeronáutico) y Magíster en Estrategia y Geopolítica (IESE). Integra la Red de Politólogas y Amassuru, red de mujeres especialistas en seguridad y defensa de América Latina y el Caribe.


Notas

1. Se entiende por hidrotropismo al movimiento natural de los organismos hacia el agua o la humedad, como consecuencia de la reacción a un estímulo.
2. La herencia de pueblos provenientes de España y del sur europeo ha propiciado la explotación de la tierra, alejándola de los asuntos del mar.
3. En su primer discurso, Storni manifestó que “el pueblo argentino abrió los ojos a la vida por el camino del mar”, entendiendo que la vida refería al campo de la civilización y el progreso mostrado por Europa y Estados Unidos.
4. Claramente, la situación no es uniforme ni se reproduce de igual manera en todos los Estados.
5. Crecimiento promedio anual proyectado del 3,4% para el período 2019-2024.
6. De acuerdo al ranking 2019, las cinco primeras grandes navieras son: A.P. Moller-Maersk Group, Mediterranean Shipping Company S.A. (MSC), China COSCO, CMA CGM Group y Hapag-Lloyd.
7. https://www.clarin.com/rural/atlantico-sur-ultima-gran-reserva-icticola-planeta_0_nXAMUTrEy.html
8. http://saeeg.org/index.php/tag/pesca-ilegal/
9. No olvidemos los permisos de exploración de hidrocarburos otorgados por este país en la zona.


Referencias bibliográficas

  • Castro, J. (11 de julio de 2020). El Atlántico Sur es la última y gran reserva ictícola del planeta. Clarín. https://www.clarin.com/rural/atlantico-sur-ultima-gran-reserva-icticola-planeta_0_nXAMUTrEy.html
  • Del Arenal, C. Mundialización, creciente interdependencia y globalización en las Relaciones Internacionales.
  • Guglialmelli, J. E. (2007). Pensar con Estrategia. Universidad Nacional de Lanús.
  • Lerena, C. A. (13 de julio de 2020). La pesca ilegal afecta a la seguridad y debe tipificarse como un delito penal. SAEEG. http://saeeg.org/index.php/tag/pesca-ilegal/
  • Mahan, A. T. (1890). The influence of sea power upon history 1660-1783. http://www.gutenberg.org/files/13529/13529-h/13529-h.htm
  • Molina Pico, E. (13 de julio de 2016). El legado del Almirante Storni un siglo después. Comunicación en sesión privada de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
  • Storni, S. R. (2009). Intereses argentinos en el mar. (2° ed. 1° imp.). Armada Argentina.
  • United Nations Conference on Trade and Development (2020). Review of maritime transport 2019.

Un comentario

  1. Muy buen artículo, del que aprendí muchas cosas sobre el almirante Storni que desconocía. Más allá de lo que se puede criticar de su visión, indudablemente ésta era muy amplia y profunda, tan ausente en la despreciable «casta política» mendaz, mediocre y miserable que «supimos conseguir», y que si no cambiamos pronto, todo ese proyecto nacional será apenas un lindo recuerdo, algo como para conversar nostálgicamente, «mate o café mediante».
    Ojalá que no…
    Gracias por compartir este trabajo.

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